Apuntes históricos sobre el barrio de Almagro
En: Boletín del Instituto Histórico. -- Año 4, no. 7 ((1982), 0). --
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1982
Comienza el autor señalando que al distribuir mercedes de chacras por el Sur y el Norte de la ciudad, se dejó hacia el Oeste un gran rectángulo destinado a su futura expansión; el confín del ejido era la actual Avda. La Plata, límite Oeste del actual barrio de Almagro; por lo tanto, todo el territorio de este barrio fue durante los siglos XVI al XVIII de propiedad pública, es decir del Cabildo, razón por la cual se mantuvo despoblado durante años. El Cabildo arrendaba las chacras a sus ocupantes, quienes a su vez podían vender las "posesiones"; con el paso de los años y debido a los apremios económicos del Cabildo, los capitulares decidieron vender a sus ocupantes las quintas del ejido. Uno de los compradores fue Carlos dos Santos Valente, comerciante portugués que adquirió su terreno sobre el Camino Real del Oeste (que a mediados del siglo XVIII era, en esa zona, la actual H. Yrigoyen) y erigió en su propiedad la capilla de San Nepomuceno; hacia la primera mitad del siglo pasado muchos documentos mencionan al barrio de Almagro como el de la capilla de San Carlos. Hacia 1795 dos franceses -el Conde de Liniers y Bremond y su hermano Santiago- arrendaron la quinta de don Isidro Lorea, para fabricar sus famosas pastillas de carne salada (durables 3 o 4 años sin alterarse), por su relativa cercanía a los mataderos de Santo Domingo o Corrales del Sur (en al actual Constitución); en un pleito que les entablaron, los Liniers se refieren a la quinta donde elaboran las pastillas como "sita en las inmediaciones de la que fue del difunto don Carlos de los Santos Valenti...". En 1793, a raíz de la guerra entre Francia (en plena Revolución) y la España
absolutista, y después de la prohibición de comerciar a los numerosos franceses de Buenos Aires, en algunos muros de la ciudad aparecieron leyendas -"Viva la libertad"- y comenzó a hablarse de la "conspiración de los franceses"; al sindicarla como centro de la misma, las autoridades allanaron la quinta de los Liniers: detuvieron y luego desterraron al maestro mayor de fábrica, pero ésta siguió funcionando en el actual barrio de Almagro que cuenta con una calle que lleva el nombre del Virrey; incluso en dicha quinta acamparon los ingleses en 1807 y se la siguió conociendo como la quinta de Liniers hasta muy avanzada la época de Rosas. En cuanto a la de Valente, sobre todo su capilla -conocida como de don Carlos- se la tomaba como referencia en la época de Rosas para el límite Este del partido de San José de Flores; su nombre durante varios años fue el único del barrio; hacia 1860 fue demolida pero resurgió un poco más al Oeste con su nombre actual: Iglesia de San Carlos. La casa de la quinta se había rematado en 1809 y en 1834 Rosas dispuso abrir un camino recto por el centro de la ex propiedad de Valente, desde los Corrales de Miserere hasta la actual Avda. La Plata, pues hasta entonces el Camino Real del Oeste (la actual Rivadavia) seguía un curso oblícuo que corresponde a H. Yrigoyen. La porción Norte de la quinta fue adquirida por Julián Almagro en 1839, quien al establecerse la Cía Ferrocarril Oeste en 1857 donó el terreno para las vías y la estación de pasajeros, a la que por ese motivo y porque la zona era conocida como quinta de Almagro, se le dió este nombre; el edificio pese a no prestar servicios desde 1887, subsistió hasta principios de est
e siglo cuando fue demolido para construir las vías a bajo nivel. Incluye plano.
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