Villa Santa Rita
En: Historias de Buenos Aires. -- Año 2, no. 12 ((Set. 1989), 0). --
,
Set. 1989
Hacia fines del siglo XIX en toda la superficie que ocupa el actual barrio Santa Rita existían quintas y hornos de ladrillos que aún perduraban entrando el siglo XX, una de esas quintas poseía un oratorio particular consagrado a Santa Rita y su imágen en el frente de la casona; en 1928 en 1929 se instaló una pequeña capilla bajo la advocación de Santo tomás de Aquino (en las actuales Lavalleja y Lavallol), pero como concurrían más fieles al oratorio de la casona el párroco de la capilla logró que se construyera en ese predio una iglesia bajo la advocación de la Santa. Hacia 1930 se fueron abriendo calles nominadas con la fecha en que se lotearon los terrenos por donde pasaban, ej.: 11 de febrero; pera otras prefirieron la toponimia de la zona austral del país: Dungeness, Vírgenes, etc.; la mayor parte conservó los viejos nombres desde el siglo pasado hasta los años 40 -Orán, Médanos- en que fueron cambiados. Para los vecinos más antiguos tal cambio contribuyó al deterioro de la identidad del barrio, por eso muchos ancianos mantienen el primitivo nombre pleno de vivencias infantiles. Por 1927 la zona comenzó a perder su fisonomía suburbana, a partir de la construcción de viviendas destinadas a familias de empleados y obreros: los nuevos barrios de Nazca y Segurola (éste en Floresta), que al estar muy próximos dan al lugar un carácter fisonómico particular: ambos se levantaron sobre terrenos fiscales reservados a plazas futuras; sin embargo, recién en los 40 los barrios adquirieron características urbanas cuando se los dotó con obras de infraestructura. Los talleristas aportan recuerdos de la niñez: la calle era el escenario de todas sus pica
rdías ya que no corrían peligro al no circular automóviles; confeccionaban zancos para desplazarse por el barro los días lluviosos. Por su parte, el arroyo Maldonado -infaltable protagonista de los barrios que atravesaba- también fue escenario de aventuras y expediciones, en él pescaban mojarritas con las manos; recuerdan los antiguos juegos, comunes a todos los niños de Buenos Aires en esa época, basados más en destreza e ingenio que en los implementos de fácil confección o alcance. Mencionan las "barras de las esquinas". Consideran importante para el barrio el papel de las instituciones: la Parroquia que lleva su nombre fue fundamental para el crecimiento del barrio; también las Escuelas, las Sociedades de fomento, los cines. Añoran la vida comunitaria que existía en el barrio donde todos se conocían y ayudaban: la participación en las fiestas de Fin de Año y en Carnavales, las fogatas de San Pedro y San Pablo donde asaban carne y batatas. La desaparición de todas estas características coincide con la época de desarrollo de la zona: se pavimentaron las calles a las que les cambiaron los nombres, la invasión de los autos, el crecimiento del comercio que reemplazó a las tradicionales ferias y a los vendedores ambulantes. Por otra parte, el Maldonado, los antiguos bodegones y el progreso que tardó en llegar, contribuyeron a que la zona fuera "parada" de malevos y mafiosos; varios bares eran conocidos como "La puñalada". Incluye ilustraciones y planos.
1.
; 2.
; 3.
; 4.