La Agronomía : el campo en la ciudad
En: Historias de Buenos Aires. -- Año 2, no. 8 ((Jun. 1988), 0). --
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Jun. 1988
Se destaca que, a pesar de ser uno de los barrios más nuevos, gestado y desarrollado en este siglo, fue uno de los suburbios de la primitiva Buenos Aires, ya que sus tierras pertenecieron a la antigua Chacra de los Jesuitas -a 8 leguas del centro- que se fue formando hacia 1614, trabajada por esclavos y arriendatarios; expulsada la Orden pasaron al Estado (español y nacional) y a fines del siglo XIX proveyó de terrenos fiscales a varias instituciones: la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires se radicó en 1904 y le dió entidad al barrio. Sus 400 Hs. con 230 manzanas y 36.000 habitantes con 12.500 viviendas -según el censo de 1980- lo muestran como uno de los barrios menos poblado y edificado de la Capital, debido a la presencia de la "Gronomía" (como llaman al barrio sus habitantes) que identifica al parque universitario abierto a la comunidad. Los talleristas relatan sus recuerdos del barrio: calles de tierra, zanjas y puentes para cruzarlas en las esquinas, frentes de alambre tejido con enredaderas, veredas también de tierra con un angosto camino de ladrillos, casas bajas de tipo "chorizo" -nombre dado al ladrillo crudo- con habitaciones corridas de espaldas al terreno vecino, pileta en el patio y al fondo la letrina; que crecían al casarse los hijos o al arribo de parientes de Europa. Hacia fines de la década del 20 comienzan a adoquinarse las calles y en los 30 la Avda. de los Incas. Los vecinos recuerdan a los vendedores ambulantes con los carros tirados por caballos; describen los negocios que conocieron en su infancia (similares a los de todos los barrios por la misma época, al igual que los juegos in
fantiles). Uno de los talleristas oriundo de la campaña bonaerense, llegado al barrio a los 21 años, en 1926, rememora que había muchos basurales donde pululaban las ratas; que donde se levantaron y quedaron sin terminar los edificios destinados al nuevo Hospital de Niños y que luego se convertirían en albergue Warnes, era el potrero de Etchebarne; muchos de los habitantes eran empleados y obreros de la Chacarita; también obreros de la construcción y de las fábricas de ladrillos: una frente al Hospital Tornú y otra que ocupaba el actual Parque Chas. Relata que los domingos concurrían muchos socios de clubes de toda la Capital que tenían sus canchitas para jugar al fútbol en la zona. Habla de la Sociedad de Fomento (1926) y la Biblioteca Popular (1928) que daría nombre a la institución: SABER (Sociedad de Fomento Agronomía y biblioteca el Resplandor en el Abismo) con la última palabra se referían al humo, la basura y las ratas. Otra tallerista, hermana del anterior que habita el barrio desde 1927, recuerda los Carnavales organizados por SABER, además de otros festejos por otros motivos, asados y añora esa época porque había más unión y solidaridad entre los vecinos. Menciona que en su infancia no les compraban juguetes que los chicos suplían con ingenio, fomentando su creatividad. Afirma que aún conserva las amigas de la infancia; su testimonio destaca la importancia del vecindario en la formación de una vida. Incluye ilustraciones.
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