Boedo y San Cristóbal : historia de ayer nomás
En: Historias de Buenos Aires. -- Año 1, no. 5 ((Set. 1987), 0). --
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Set. 1987
Por la ubicación geográfica del barrio de Boedo la convocatoria realizada a sus vecinos se extendió a los de San Cristóbal, Balvanera, Almagro, Monserrat y Parque de los Patricios. La presencia mayoritariamente femenina en el taller -más del 80 porciento de la concurrencia- explica la temática desarrollada. En el ámbito de la cocina, alrededor de los años 40, era "el epicentro del hogar": no sólo se preparaban comidas, también se planchaba, se tejía y los chicos hacían los deberes; además era el más íntimo, donde a las vecinas se les cebaba mate, mientras a las visitas se las atendía en la sala; detallan los implementos: cacerolas muy relucientes colgadas de la pared, la alacena, la despensa, la cocina de hierro, hasta exprimidor de carne y balanza. Abundan los testimonios acerca de la formación de las parejas, desde el noviazgo -pedido de mano, días de visita- hasta el casamiento: el ajuar, el traje de novia, la fiesta (siempre en la casa de la novia y cualquiera fuese la situación económica de la familia), el vals de los novios que iniciaba el baile, la asistencia y colaboración de los vecinos, el "paquetito" con la comida sobrante. Recuerdan también los personajes cotidianos: los vendedores ambulantes, especialmente los de golosinas -el barquillero, el manisero y el churrero- protagonistas inolvidables para los talleristas porque alegraron su infancia; los lecheros, antes de los 40 salían con su vaquita y la ordeñaban a la vista del consumidor, poco después abundaban los que cargaban la leche en los tambos que todavía había en los barrios o en algunas estaciones de ferrocarril, tenían un carro colorido, tirado por un solo caballo, eran
vascos o gallegos, calzaban alpargatas y usaban boina negra y un cinturón tachonado con monedas, perduraron hasta los 50. Describen las reuniones familiares con motivo de los festejos de bautismo, cumpleaños, aniversarios: las largas mesas tendidas, una más pequeña para los niños si no iban al comedor diario o a la cocina. Los "velorios" se realizaban en casa del difunto, los vecinos ayudaban a desplazar muebles y acompañaban a los deudos; antes de los 50 las mujeres no concurrían al cementerio aunque fueran parientes directas; el "luto" -signo externo del duelo- en las mujeres era más riguroso que para los hombres.
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